Photobucket

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Un nuevo viejo Outtake de Eclipse

Las chicas de Cullen Addiction, trajeron este capítulo que estaba en el manuscrito original de Crepúsculo de acuerdo a Twilight Lexicon.

Aquí se los dejo con una buena traducción hecha por mí, of course!.


En Twilight Lexicon se puede encontrar esta escena que fue eliminada del manuscrito original de Crepúsculo y que no está en los Outtakes que tiene Stephenie Meyer en su página.

La siguiente mañana fuimos al casino. La luz natural nunca llegó a tocar el piso de juego, así que fue muy fácil. Edward me dijo que se esperaba que ellos siempre fueran a perder algún dinero en el hotel –una suite como la nuestra estaba
reservada a esa clase especial de visitantes conocidos como high rollers.

Mientras ellos caminaban –y yo rodaba en mi silla de ruedas- a través de acres del piso del casino elegantemente decorado, tres veces Alice se detuvo en una máquina traga monedas en particular y pasaba una tarjeta a través del escáner. Cada vez que lo hizo, las sirenas sonaban, las luces daban vueltas y una simulación de monedas cayendo indicaban que su premio había sido acreditado a su habitación. Ella trató de que yo lo hiciera una vez, pero escépticamente negué con mi cabeza.

"Pensé que se suponía que iban a perder dinero," la acusé.

"Oh, lo haremos," me aseguró. "Pero no hasta que los haga sudar un poco." Su sonrisa era de culpabilidad.

Llegamos a una división del enorme casino aún más extravagantemente decorada. Donde no habían máquinas tragamonedas ni turistas vestidos de forma casual con vasos plásticos llenos de monedas. Sillas de felpa reemplazaban los bancos de la barra, y las voces eran bajas, serias. Pero continuamos aún más allá, hacia otro salón, a través de unas puertas ornamentadas en dorado, un salón privado, aún más opulento. Finalmente entendí porqué Alice había insistido en el vestido
de seda verde esmeralda que me había obligado a utilizar hoy y porqué ella estaba usando un vestido largo blanco con pareo –y un tope corto enlazado que dejaba ver su blanco y plano estómago- y porqué Edward estaba arrollador e irresistible en un traje de seda.

Los jugadores en este salón estaban todos vestidos con esplendor exclusivo cuyos gastos iban lejos, mucho más allá de mi imaginación. Algunos de los impecables hombres mayores, incluso tenían mujeres vestidas con brillanes vestidos estraples paradas detrás de sus sillas, tal como en las películas. Sentí lástima por las hermosas muejeres mientras sus ojos pasaban
sobre Alice y Edward, dándose cuenta de sus propias deficiencias mientras medían a la primera, y las deficiencias de sus parejas mientras se comían con los ojos al segundo. Yo era el enigma, y sus ojos se retiraban de mí insatisfechos.

Alice se dirigió tranquilamente a las grandes mesas de ruleta, mientras yo me encongía pensando en los estragos que ella podía causar allí.

"Tú sabes como jugar Black Jack, por supuesto," Edward se dobló hacia mí para murmurar en mi oído.
"¿Estás bromeando, verdad?". Sentí como el color desaparecía de mi rostro.
"Conociendo tu suerte, no podría perder más miunuciosamente que dejándote jugar," se rió entre dientes.
Me llevó hacia una mesa con tres sillas vacías. Los dos inmaculadamente vestidos y excepcionalmente dignos asiáticos que estaban allí, nos miraron sin creerlo mientras Edward me cargaba lentamente sobre una de las sillas de terciopelo vacías, y tomó el asiento que estaba a mi lado. La delicada belleza oriental que estaba de pie al final de la mesa me miró con
insultante incredulidad mientras Edward acariciaba mi cabello posesivamente.

"Sólo usa una mano," casi respiró silenciosamente en mi oído. "Y mantén tus cartas sobre la mesa." Edward intercambió un par de suaves palabras con el repartidor, y dos impresionantes montones de fichas azul oscuro aparecieron en la mesa frente a nosotros. Ellas no tenían números -y yo no quería saber de todas maneras-.

Edward empujó un pequeño montón frente a él, y una más grande cantidad al mío. Miré con odio a Edward avergonzada y entrando en pánico, pero él sonrió traviesamente mientras el repartidor entregaba las barajas prestamente alrededor. Yo recogí mis cartas cuidadosamante
con una mano, manteniéndolas rígidamente sobre la mesa. Tenía dos nueves. Edward sostuvo sus cartas vagamente; pude ver un cinco y un siete. Miré vigilante a los dos caballeros a mi lado, atenta, pero aterrorizada, mirando cuidadosamente para ver cuál era el protocolo
para una mesa de black jack especial para los high rolling. Para mi alivio, parecía bastante sencillo. El primero barrió el borde de su carta brevemente contra el fieltro y recibió una carta, el segundo arrastró la orilla de sus cartas bajo su apuesta, dejándolas en la mesa, y no pidió. Yo rápidamente puse mis cartas abajo, empujándolas torpemente bajo mis fichas
—con las mejillas hirviendo— cuando el repartidor me miró. Tardíamente me di cuenta que el repartidor tenía una reina. Edward cepilló la mesa suavemente, y el repartidor lanzó un nueve cara arriba sobre la mesa, frente a él. Lo miré con odio, mientras el hombre a mi lado murmuraba apreciativamente.

El repartidor tenía un jack, y yo perdí, así como los dos caballeros asiáticos. Él suavemente se llevó nuestras fichas. Escuché una pequeña conmoción que venía de donde se encontraba la mesa de la ruleta, pero temía mirar.

Edward empujó otro montón de mis fichas sobre la mesa, y todo comenzó de nuevo. Cuando mis fichas desaparecieron, Edward me pasó la mitad de las de él, incapaz de contener su sonrisa divertida. Él lo estaba haciendo bien, ganando tres veces más frecuentemente que los otros hombres en la mesa. Pero, con el monto de mis apuestas controlado por él, yo estaba perdiendo fichas más rápido de lo que él las estaba ganando. Tenía sin embargo que ganar una mano. Era humillante -pero al menos estaba segura de que nunca me convertiría en una adicta al juego.

Finalmente, perdí nuestro último montón de fichas. Los caballeros asiáticos, y sus compañeras, miraron a Edward con inpresionante curiosidad, ya que no pudo más contener su risa, se rió entre dientes, pero con gran entretenimiento, mientra me regresaba a la silla de ruedas. Me sonrojé y mantuve mi mirada en la gruesa alfombra mientras él empujaba mi silla, todavía riendo.

"Soy la peor apostadora en la historia," dije entre dientes en tono de disculpa.

"De hecho, no lo eres. Eso es lo más gracioso." Se rió de nuevo."No hiciste absolutamente nada mal, aparte de jugar un poco conservadoramente. Pero las probabilidades de que perdieras todas las manos..." Sacudió su cabeza, riendo.

Llegamos a la mesa de la ruleta, justo a tiempo de ver a Alice perder su espectacular montón de fichas multicolor en un desastroso giro de la rueda. Los muchos jugadores poderosos que habían apostado con ella al 17 negro la miraron con asesina decepción.

Ella rió, con una emocionante y despreocupada risa, y se nos unió.

"¿Perdimos suficiente?" susurré mientras salíamos por las puertas doradas.

"Creo que la casa está satisfecha. Tú eres probablemente su cliente favorito hoy," soltó Edward.

"Prométeme una cosa."

"Lo que desees."

"Nunca, jamás me digas cuanto dinero perdimos hoy, por favor."

Estábamos en el casino ruidoso en este momento y su risa no tuvo restricciones.

0 comments:

Publicar un comentario